Malvinas, las cosas por su nombre (I)

  • por Sebastián Cabrera | Fotos: Marina Rossi
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hí, ¿ves? Arroyo Malo”. Ahí está la clave –su dedo señala insistentemente una porción del mapa–. El nombre indica la preexistencia del criollo, ¿te das cuenta?

Su convicción es tal, y su mirada tan elocuente, que no puedo menos que asentir. Habla con la firmeza del que sabe que tiene razón y hace que allí donde hasta hacía un minuto había sólo un mapa de las islas Malvinas ahora haya un libro abierto, un libro con historias y secretos. “Guiños del pasado”, me dice,  que nos ayudarán a entender quiénes somos.

Ella habla y yo escucho, de vez en cuando pregunto, así es la dinámica de nuestra charla; es que cuando uno está frente a un experto debe convertirse en buen escuchador.  “Ella” es Cristina Juliarena, Licenciada en Geografía, y su disciplina es la Toponimia, lo que es igual a decir que para ella los nombres no tienen secretos.

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I. HUELLAS

Al bar de nuestro encuentro llegué bien temprano a pesar del frío, movido, seguramente, por la curiosidad. Yo quería saber quién había decidido que la calle de mi infancia se llamara Thames, pero, más aún, a quién se le había ocurrido ponerle a un pueblo Salsipuedes, Colonia Mandarina o Torta Quemada, por ejemplo. Por más delirante que parezca esos lugares existen en algún rincón del mapa de Argentina, y esto me hizo imaginar a un hombrecito resentido en alguna oscura oficina pública tomándose venganza de una ex novia y nombrando a una pequeña localidad “Marta la fea” o “La Solterona” mientras reía a carcajadas a altas horas de la noche. Así fue que me comuniqué con el Centro Argentino de Cartografía y, a través de ellos, llegué a Cristina. Entusiasmado, y cafés de por medio, le conté mi hipótesis buscando su confirmación… pero no, el proceso de nombramiento actual tiene más de burocrático que de curioso. Lo interesante, me explica, está en el estudio de esos nombres y eso es la toponimia.

[Problema I: buscaba una nota simpática, de color, y me encontré con algo diametralmente opuesto. Nota mental: Uno no siempre encuentra lo que va a buscar]

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Así como podemos conocer el mundo prehistórico a través de las representaciones que hacen los paleontólogos a partir de restos fósiles de dinosaurios, los mapas también nos dan pistas del pasado. Para Cristina, y para la toponimia, los fósiles son los nombres y en base a ellos la historia toma forma y puede revelar conquistas, descripciones geográficas, movimientos migratorios o penetración cultural. Sus herramientas no son palas ni microscopios sino ciencias como la lingüística, la historia, la cartografía, o la antropología, entre otras.

-Tomemos, por ejemplo, Curuzú Cuatiá en Corrientes -me dice Cristina-. Ahí vemos claramente el cruce entre los conquistadores y los pueblos originarios. Curuzú es la guaranización de la palabra “cruz” traída por los misioneros jesuitas y “cuatiá” significa marcar, grabar, en guaraní; por lo tanto Curuzú Cuatiá será “Cruz Grabada” y hace referencia a los mojones de piedra que dejaban estos sacerdotes en sus misiones. El topónimo te habla del pasado, o puede ser la huella de una cultura extinguida como es el caso del río Chubut que es un vocablo tehuelche que significa “transparente”. “¿Te das cuenta? Como lo que te decía de Arroyo Malo en Malvinas. Es una forma de mantener vivo ese pasado”. Nuevamente el mapa deja de tener simples menciones geográficas en mi cabeza y empieza a complejizarse, a tener notas al margen, se despliegan antiguas civilizaciones como en la presentación de la serie Game Of Thrones.

Es que si los miramos desde un punto de vista político, los nombres dejan de ser algo curioso o inocente y vuelven al mapa más denso. Pueden reflejar conquista, usurpación o penetración cultural, entre otras cosas. A lo largo de la historia se han dado infinidad de casos de imposición de nombres, pero en muchos de ellos esto no suele prosperar cuando no existe un fundamento histórico arraigado en la población. Y aquí Juliarena insiste con Malvinas. El complejo entramado artificial de nombres que construyó el Reino Unido para justificar su soberanía lo pone en evidencia.

[Problema II: Malvinas, otra vez las islas incomodándome. Nota mental: Hay cosas que a uno lo persiguen toda su vida]

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II. NOMBRES PARA NO OLVIDAR

-Cuando vos querés borrar parte de la historia de una población, le sacás los nombres. Ése es el caso de Malvinas.

Cristina lleva la conversación una vez más hacia las islas. Hasta pareció levantar ligeramente el tono al pronunciar esa frase contundente  con la que cerraba una larga explicación sobre los mecanismos artificiales mediante los cuales Gran Bretaña buscó sostener su reclamo de soberanía sobre las islas. En un resumen esquemático se podría decir que:

Las islas son avistadas por vez primera por la expedición de Américo Vespucio en 1502 y anotadas por navegantes españoles a partir de 1520.  A partir de 1600 las principales potencias marítimas se disputan su descubrimiento, España, Holanda, Francia e Inglaterra. Así han sido registradas en diferentes idiomas y con diferentes nombres como: Pepys, Nouvelles, Maoluines, Falklands y Malvinas, entre otros. Gran Bretaña no las tendrá correctamente inscritas y ubicadas en sus cartas sino hasta 1670 y el nombre de Falklands data recién de 1765 (un año después de que Francia las bautizara Malouines).

-Inglaterra necesitaba justificarse -me explica-. Por ejemplo, el cambio de nombre de Pasaje de Hoces por Pasaje de Drake se dio antes de la usurpación. Que hubiese nombres británicos en las cartas era una forma de plantear que ellos ya estaban en la zona.

Malvinas no es un tema menor para Juliarena. En 1980 se encontraba realizando un estudio sobre su toponimia junto a otros especialistas del Instituto Geográfico Militar Argentino cuando el gobierno nacional decidió interrumpirlo para no tensionar más las relaciones con Inglaterra. Dos años más tarde, junto a sus compañeros corregían la cartografía que iba a llegar a manos de los aviadores para que supieran dónde podían aterrizar sin caer en los turbales, y  elaboraban otras indicaciones topográficas que pudieran resultarles de utilidad.

-Cuando llega la usurpación inglesa en 1833, ya había una población estable. Estaba Luis Vernet, el último gobernador criollo de las Islas. Y, obviamente, había nombres, había toponimia. De hecho, Vernet tuvo hijos allí, o sea que también había nacidos en las islas. Los ingleses los sacan y luego empiezan a reemplazar los nombres de los accidentes. East Falkland en lugar de Isla Soledad, Falkland Sound por Estrecho San Carlos, Jason Islands por Islas Sebaldes, por ejemplo.

-Pero no pudieron reemplazar todo –intervine.

-No, en este mapa –me muestra una fotocopia que trajo especialmente-, recopilé todos los nombres criollos que han quedado en las Malvinas, que los mismos ingleses los reconocen como criollos. Tengo gacetas del año 2000 en las que reconocen que había toponimia anterior. Si están reconociendo que había toponimia criolla, están reconociendo que había población preexistente, ¿sí? Sobre todo en la Isla Soledad que es donde se había establecido Vernet. Nombres como Rincón del Zaino, o del Alazán, Arroyo Malo, Dos Lomas, Monte Vernet… son muchos. ¿Entendés? La toponimia es una ciencia estratégica, porque te da fundamento de soberanía.

Hace una pausa y me mira. Su mirada se vuelve intensa al usar palabras como usurpación o soberanía. Su explicación es más larga, tiene más nombres, más fechas. Construye argumentos con gran habilidad y me obliga a pararme distinto frente a un tema que creía resuelto en mi cabeza. Días más tarde le pregunté por ese vínculo que notaba tan fuerte con las islas.

-Muchos compañeros míos fueron al frente, por lo tanto para mí no es una fecha más. Estaban llamando a todos los que habían hecho la conscripción y estábamos a la espera de que también lo hicieran con mi esposo. Con un bebé de 4 meses habíamos decidido que si lo llamaban, iría, ya que los dos estábamos, y estamos, convencidos de que las islas por derechos geográficos, históricos y legales nos pertenecen.

Convicción, eso era lo que tenía su tono de voz. Como la que tuvo en aquel momento. Finalmente me contó que a su marido no lo llamaron y ya llevan 35 años de casados. Pero nunca abandonaron la causa. Por eso su determinación, porque hablar de la toponimia de Malvinas es hablar de su historia y “los mapas”, me dijo, “pueden cambiar la historia”.

[Problema III. ¿Puede un mapa cambiar mi historia? Nota mental: hay cosas que te persiguen, hasta que las enfrentás]

 

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  • Sebastián Cabrera cruzarlapuerta.com

    La primera vez que reconoció una vocación fue la de contar historias y así pasó por aulas de taller literario, periodismo, guión y cine. La segunda fue viajar y la tercera observar  animales en libertad. Desde aquel día trata de juntar las tres para escaparse cada vez que puede a explorar distintos rincones del mundo. De tanto aburrir a su familia con las fotos de sus viajes decidió abrirse un blog, cruzarlapuerta.com, y liberarlos de aquel yugo dominical. Tras doce años de trabajar en noticieros encontró en Otro Mapa la oportunidad de hacer, por primera vez, periodismo.

  • Marina Rossi

    Nació en Córdoba pero hace muchos años que adoptó a Buenos Aires como su ciudad. Tiempo atrás descubrió su pasión por la fotografía y desde entonces no pudo separarse de su cámara. Hizo algunos cursos pero considera que la mejor escuela es salir, viajar, observar, estar, esperar. Ama viajar y recorrer lugares poco convencionales. Combinar los viajes con la fotografía es su mayor placer.

Showing 10 comments
  • Diego Torres
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    Muy bien escrita la nota de Malvinas. Enseña parte de la historia sin recurrir a los típicos lugares comunes teñidos de nacionalismo barato.
    Mucha suerte en este viaje q acaban de emprender con otromapa.com. Acá tienen un lector!

    • Sebastián Cabrera
      Responder

      Muchas gracias Diego! Palabras así nos invitan a redoblar esfuerzos para tratar de estar a la altura de las expectativas generadas.
      abrazo!
      Seba

  • Daniela
    Responder

    Genial la nota, piel de gallina. Tuve la oportunidad de trabajar en Ushuaia (en realidad 80 km más allá) y el tema de Malvinas me tocó de cerca. Era guía en una estancia donde el dueño es escocés, por lo que tiene una mirada muy distinta a la nuestra sobre lo que pasó. Vivió la guerra de cerca, muuuy de cerca, y su casa está llena de «recuerdos» de aquellos días. Mapas, otros mapas, que muestran la realidad desde otro punto de vista.
    Sigan así chicos, súper interesante!!! Gracias!!

    • Sebastián Cabrera
      Responder

      Gracias Daniela! Ver la guerra en los ojos de la gente es algo muy fuerte. Fue muy movilizante hacer las entrevistas, día a día me iba sumergiendo más en el tema y resultaba imposible «despegarse» de él. Gracias por el apoyo. Seguiremos trabajando para mejorar.
      Saludos!

  • **Lau**
    Responder

    Me colgué leyendo, me gustó mucho. Muy interesante el punto de vista, creo que es la primera vez que leo algo sobre el tema que, como bien dice Diego, no cae en lo clichés de nacionalismos y fanatismos redundantes. Sin lugar a duda, estos son textos que construyen otro mapa. 🙂

    • Sebastián Cabrera
      Responder

      Gracias Lau. No fue fácil, tuve que romper muchos pre conceptos hasta encontrarle la vuelta, sumergirme y dejarme llevar sin saber a dónde iba a llegar. Fue como experimentar un viaje periodístico sin itinerario definido. Está bueno que el resultado se acerque a las expectativas que le estamos poniendo al proyecto.
      Un beso

  • Jorge
    Responder

    Hola… llegué seis años después a la nota… me gustó la combinación de las tres miradas para relatar … la voy a compartir en una página porque me interesa mostrar que las posibilidades de acercarse al tema son casi infinitas y no pierden actualidad … Gracias, Jorge Verri VGM

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