Chile, desde la Patagonia al desierto de Atacama

  • por Pablo García

En montañas me crié
con tres docenas alzadas.
Parece que nunca, nunca,
aunque me escuche la marcha,
las perdí, ni cuando es día
ni cuando es noche estrellada,
y aunque me vea en las fuentes
la cabellera nevada,
las dejé ni me dejaron
como a hija trascordada.
Y aunque me digan el mote
de ausente y de renegada,
me las tuve y me las tengo
todavía, todavía,
y me sigue su mirada.

“Montañas mías” – Gabriela Mistral

L

a  cordillera resulta omnipresente en este viaje que dura un poco más de 2600 kilómetros mientras recorremos Chile de sur a norte, desde Puerto Montt a San Pedro de Atacama. La Carretera Panamericana une infinidad de paisajes en las múltiples regiones que atraviesa serpenteando entre lagos, colinas, montañas, ciudades, campos y el inmenso desierto del norte. En paralelo a la ruta, sobre el lado derecho, la cordillera se mantiene como escenario telón de fondo que acompaña al viajero. A veces desaparece, pero es sólo por unos instantes. La Panamericana luego la reencuentra, más cerca o más lejos, pero siempre siguen juntas.

El primer destino de este largo viaje por Chile es la ciudad de Puerto Montt. Una ciudad pequeña, que nació mirando al Océano Pacífico y con el puerto como centro de su vida social. Desde aquí, la ciudad se expande hacia las tierras altas, con calles  que zigzaguean subiendo y bajando pequeñas colinas. Es evidente la impronta que han dejado los colonos alemanes que llegaron a poblar estas tierras cuando Chile buscaba ampliar su frontera hacia el sur es evidente. La catedral, la Plaza de Armas, sus museos y el paseo junto al mar son algunos de los lugares más representativos del centro de Puerto Montt. Son los que permiten ir descubriendo su historia y mientras disfrutamos de una de las ciudades más importantes de la zona austral del país.

Chile. De Sur a Norte. Puerto Montt

Culmina un día de lluvia en Puerto Montt y en el cielo asoma el arcoiris

A pocos kilómetros de aquí se ubican dos pequeños poblados que ameritan una visita. Por un lado, luego de unos 21 kilómetros por la Panamericana Sur se llega a Puerto Varas, una bonita ciudad, que se esparce alrededor del Lago Llanquihue y que, como Puerto Montt, tiene la huella arquitectónica de inmigrantes alemanes y suizos. Un poco más lejos (a unos 45 kilómetros), la siguiente ciudad para visitar es Frutillar. Parece sacada de un cuento: un enorme lago con el volcán Osorno como marco y unas casitas de madera bordeando la costa, es un lugar perfecto para relajarse y degustar algo rico.

Desde Puerto Montt la ruta panamericana que va hacia el norte nos lleva la región del Maule. Durante todo el camino, a lo lejos se ve la cordillera y ambos lados de la carretera están cubiertos por viñedos. La capital de esta región es la ciudad de Talca, una ciudad de casas bajas y árboles frondosos. Particularmente su alameda central es muy bonita e invita a pasear por ella cuando baja el sol en el atardecer. En Talca la vida transcurre tranquila, como en un pueblo de los de antes. En esta región hay mucho para ver, desde la costa y sus caletas hasta las reservas naturales del interior (los Altos del Lircay y Siete Tazas).

Chile. De Sur a Norte. Frutillar

La costa de Frutillar sobre el lago Llanquihue

Siguiendo por la Panamericana, se llega a la capital del país, Santiago de Chile. Como todas las ciudades capitales de América Latina tiene un centro histórico y luego barrios nuevos, más modernos y con intensa vida comercial. El centro histórico de Santiago es resultado de una mezcla de estilos arquitectónicos y su corazón, como no podría ser de otro modo, está marcado por la Plaza de Armas. Allí se ubican las primeras edificaciones públicas de la ciudad: la Catedral que data de 1745; la Municipalidad, de 1785 y el Correo, de 1882. Por otra parte, justo al oeste del centro de Santiago se ubica el  Barrio Bellavista, uno de los rincones más bonitos de la ciudad para pasear y disfrutar de arte y de la buena gastronomía. En sus orígenes nació como barrio aristocrático, de grandes caserones para la alta oligarquía de Santiago. Hoy esas casonas albergan modernos restaurantes y espacios culturales. Es la vida cultural lo que prevalece en cada callecita de este barrio que tuvo como moradores incluso a Pablo Neruda, entre otros. Una de las casas emblemáticas del barrio es justamente «La Chascona», la casa en Santiago del gran poeta. Pero claro, Bellavista no es solo zona de arte y cultura, también es un barrio con mucha vida nocturna, bares y discotecas. Con varias universidades cerca a la hora del after, es un lugar muy elegido por los locales para el “carrete”.

Chile. De Sur a Norte. Santiago

La catedral de Santiago reflejada en los edificios de oficinas del centro histórico

Desde Santiago se puede acceder fácilmente a dos ciudades ubicadas en la costa del Océano Pacífico: Valparaíso y Viña del Mar. El viaje en autobús dura apenas poco más de una hora y ese tiempo basta para que el escenario natural de Chile se reconfigure. Valparaíso (o Valpo, como le dicen los locales) es una bella ciudad puerto, pintoresca y sumamente fotogénica. Su historia se remonta a principios del siglo XVI. Su desarrollo urbano fue expandiéndose modelado por la particular topografía de la zona. La ciudad sube y baja al ritmo de los más de 40 cerros sobre los que se asienta. Valpo es una ciudad de callecitas estrechas y empinadas, repleta de subidas, bajadas, ascensores, balcones y callejones. Viña del Mar, por su parte, es una ciudad balneario, archifamosa mundialmente por el Festival de la Canción que la tiene como sede cada verano. Viña es uno de los balnearios más visitados de Chile con mansiones, castillos, torreones que conforman ya la postal típica de la ciudad.

Chile. De Sur a Norte. Valparaiso

Casas en el Cerro Alegre de Valparaíso


Chile. De Sur a Norte. Viña del Mar

Pelícanos en las rocas de la costa de Viña del Mar

Siguiendo el viaje hacia el norte, por la misma Panamericana por donde comenzó nuestro recorrido, llegamos a otra ciudad balneario, La Serena. La Serena es uno de los destinos turísticos más importantes del país. Destaca su centro histórico con arquitectura neocolonial caracterizada por sus balcones, pequeñas plazas e Iglesias de piedra de varios siglos de antigüedad y sus extensas playas. En el verano, esta ciudad explota de visitantes y durante el resto del año, es una tranquila ciudad universitaria. Un lugar particularmente interesante para visitar es el mercado o La Recova, donde se encuentran artesanías del país y de toda América del Sur.

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Delfines en Punta Choros, cerca de La Serena

Avanzando unos 350 kilómetros hacia el norte por la Carretera Panamericana se llega a la ciudad de Copiapó. Se trata de una ciudad ubicada en un zona sumamente árida y lamentablemente, más famosa por tragedias que por sus riquezas naturales. El cielo celeste intenso, los cerros de cimas redondeadas y casi sin vegetación y el polvillo omnipresente en cada centímetro cuadrado de superficie le dan a Copiapó una  impronta distintiva. El centro histórico de la ciudad está conformado por callecitas repletas de casas bajas, coloridas, con techos de chapa o madera. La plaza central tiene la exclusividad de la sombra, junto con la alameda.

Desde Copiapó la ruta parece internarse en un desierto rocoso. Solo se ven algunos cerros, pequeños pastizales y no mucho más. Pero luego de unos 70 kilómetros de andar, en el horizonte, aparece el azul intenso del Océano Pacífico. Parece un montaje surrealista. A medida que el autobús avanza hacia el oeste, el azul va ganando lugar al gris y el desierto queda atrás. Se llega así al puerto de Caldera, una comuna que puede ser un excelente escape al calor agobiante del desierto y su sol infinito. Puerto de Caldera es sumamente pintoresco y colorido. Con decenas de barquitos amarrados listos para salir a hacer la pesca del día, es un lugar con intensa actividad. En el puerto hay un mercado donde se descarga desde los botes la pesca del día y varios restaurantes. Pero, a decir verdad, las personas no somos las únicas que vienen a este lugar a comer. Justo detrás del mercado del puerto se ha instalado una manada de lobos marinos que vive de lo que cae a su alrededor, que no es poco.

Chile. De Sur a Norte. Copiapó

La aridez del Copiapó


Chile. De Sur a Norte. Caldera

El pintoresco puerto de Caldera

Volviendo a la ruta principal, hacia el norte, el próximo destino es la ciudad de Calama, una ciudad oasis en el medio del desierto de Atacama. Es un lugar de paso, sin dudas, que tiene poco para ofrecer al turismo más que sus enormes centros comerciales y su casino. Todos pasan por acá para llegar a una de las mecas del turismo mochilero en América Latina: San Pedro de Atacama.

San Pedro de Atacama está ubicado a unos 1.700 kilómetros de Santiago de Chile y a solo 160 kilómetros del Paso internacional Jama y es la puerta de entrada a uno de los desiertos más grandes y el más áridos del mundo: el Desierto de Atacama. Aquí la cordillera reaparece en todo su esplendor. En sus alrededores se encuentran importantes atractivos como los géiseres del Tatio, el Valle de la Luna y la Reserva nacional Los Flamencos, además de ruinas arqueológicas y otros monumentos históricos como el Pucará de Quitor.

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El maravilloso paisaje del Valle de la Luna en las cercanías de San Pedro de Atacama


Chile. De sur a Norte. Tatio

La tierra humeante en los Geissers del Tatio

Este largo viaje por Chile culmina allí, en la ajetreada plaza de San Pedro de Atacama, con una polifonía de voces de todo el mundo, disfrutando de la sombra en el atardecer. La noche trae el silencio y miles de faros que desde el cielo iluminan el desierto. Es tiempo de descansar, ha sido un gran viaje.  

Chile, desde la Patagonia al desierto de Atacama

  • Pablo García polviajero.com

    Profesor y viajero o viajero y profesor, en el orden que mas les guste. Lo social y la historia son sus pasiones y los motivos de sus viajes constantes ya sean reales o virtuales. Fanático de la literatura fantástica y de los museos, de mercados lejanos y charlas eternas. Después de haber dedicado algunos años a explorar latitudes lejanas, hoy viaja nuevamente por latinoamérica, su primer amor. Escribe en polviajero.com y en decenas de pizarrones, pero esa es otra historia.

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  • […] una miríada de objetos antiguos amontonados en un gran círculo de tierra a la intemperie en pleno desierto. Allí, tan lejos de todo, lo que el fuego no puede comer, simplemente se deja para ser consumido […]

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