De la privación, a la obligación del movimiento

UNA PELÍCULA: Camp X Ray

Hay cosas que siempre se dan por sentadas: elegir dónde estar, qué comer, qué leer, qué hacer, desplazarse por donde uno quiera. Es decir, tener la libertad de movernos, tener libertad en sí misma. Pero qué sucede cuando nos privan de esa libertad, cuando nos ordenan incluso cuándo y cómo dormir: la vida se vuelve insoportable.

La película Camp X Ray trata de la privación del movimiento. Es la historia de una soldado estadounidense, Cole, que es transferida a la prisión de Guantánamo. Su función es vigilar que los detenidos – detenidos pero no prisioneros, porque allí no se sujetan a la Convención de Ginebra – no se mueran, mejor dicho que no se quiten la vida. En un principio parece segura de las tareas que le asignan, pero poco a poco comienza a sentirse incómoda por las órdenes que recibe de sus superiores, y empieza a sentir cierta compasión por las personas que se encuentran allí encerradas.

En Guantánamo hay un detenido con el que la soldado Cole crea un vínculo especial a sabiendas que es contra las reglas. Pero ella no puede evitar ver a Alí, un hombre que además de ser musulmán, es curioso, sensible, inteligente y talentoso, donde solamente debería ver al detenido número 471. Alí ha pasado ocho años encerrado entre cuatro paredes blancas con la luz encendida durante 24 horas; y sabe que nunca será liberado. Ya no tiene futuro, ni esperanza, y hasta podría decirse que aquello ya no es vida. Pero de todos modos, en Guantánamo ni siquiera pueden elegir si seguir viviendo o no.

UN LIBRO: Dispara, yo ya estoy muerto

Si de movimiento se trata, podemos hablar de un lugar en el mundo que ha sufrido toda clase de movimientos por los tiempos de los tiempos. Principalmente lo que se ha movido o modificado son sus fronteras, con todo lo que eso conllevó y conlleva hasta el presente. Se trata de Israel o Palestina, como gusten llamarla, tierra que hace muchos siglos es disputada por diversos motivos e intereses.

El libro “Dispara, yo ya estoy muerto”, de Julia Navarro, es una novela histórica ambientada en los inicios del conflicto de medio oriente. Trata el mismo desde una perspectiva diferente a la de los medios, que demás está decir, defienden distintos intereses. En cambio, el libro lo aborda desde la empatía, desde el amor y el entendimiento.

Cuenta la historia de vida de dos familias, una árabe y la otra judía, que por los avatares del destino, terminaron viviendo en la misma tierra. Cuenta los movimientos y desplazamientos de estas familias a través del tiempo en búsqueda de un lugar para vivir en paz. Las vidas de todos sus miembros quedaron entrelazadas, formando vínculos que a pesar de las guerras y el tiempo, no se rompieron.

Además de ser una historia apasionante, deja lugar a la reflexión y a la comprensión. ¿Será que esta guerra es una guerra en vano? ¿Quizá ambos pueblos podrían haber sido hermanos y haber convivido en paz hasta el día de hoy como lo hacían en un principio? ¿Será que si se sientan a hablar un israelí con un palestino, despojados de los intereses de sus gobernantes, podrían cambiar las cosas? ¿En qué momento comenzó todo lo que pasó y continúa pasando? Que lindo sería volver el tiempo atrás y comenzar de cero, velando por el bienestar de ambos pueblos y construir juntos. A esta altura quizá sea una hermosa utopía, una que este libro inspira a creer.