- por Matías Rebak
ueron muchos días, de caminata y silencio. Ahora estoy sentado en un bar antiquísimo frente a la enorme Catedral de Santiago de Compostela. La plaza está llena de gente que va y viene. No paran de llegar peregrinos, uno tras otro, con su rostro iluminado de felicidad, luego de terminar “el camino”. O de empezarlo…
Mientras tomo un café caliente, aprovecho para hacer algunas anotaciones. Mi cuerpo está cansado pero mi mente no para pensar. Fueron días de muchas emociones, muy intensos. No dejo de pensar en lo vivido en estas jornadas de caminata por remotos senderos. Repaso las fotos. Recuerdo momentos, revivo angustias. Fue una gran aventura, que empecé solo, es cierto… pero no fue una empresa solitaria sino todo lo contrario.
«Se comienza como turista y se termina como Peregrino» dicen los que vivieron “el camino” alguna vez. Y es cierto, el verdadero “camino” comienza en Compostela, en la enorme puerta de la Catedral, donde parece que el camino termina, pero en realidad empieza. Se inicia algo nuevo. Surge una transformación interior.
Vaya a saber uno porqué se elige hacer “el camino”. Unos lo comienzan cargados de la fe más arraigada, otros como mera prueba deportiva, algunos por simple turismo, algunos muchos por conocer nuevos lugares y gentes, otros por empaparse de historia y arte. Los motivos son diversos. De alguna manera “el camino” parece una especie de «Torre de Babel», pues además de las motivaciones personales están las múltiples nacionalidades y lenguas de cada cual…como leí por ahí: «La puerta se abre a todos…» Y creo que ése es el misterio y el milagro que el Apóstol hace entre sus peregrinos. Con independencia del origen y la motivación personal que llevó a cada uno a caminar hacia Santiago, la inmensa mayoría terminamos siendo y reconociéndonos como «peregrinos». Porque luego de “el camino”, uno se siente distinto. Otro.
Hacer el camino a Santiago de Compostela, es mucho más que una aventura por un sendero recorriendo bellos lugares. Peregrinar a Santiago es un encuentro con la trascendencia, de búsqueda de uno mismo, un misterioso morir y renacer, que se vive en etapas. Con fatigas y cansancios, con alegrías y miedos. Como la vida.
Fueron cientos de kilómetros caminando, en silencio, a veces solo y otras acompañado. En el camino el mensaje es simple: Nunca caminas solo. “You never walk alone” dicen las inscripciones en algunas remeras que ves por ahí, y es así, ya que siempre te sentís acompañado por alguien.
Pero el camino también enseña. Te demuestra que no hay que andar cargado de grandes mochilas. Hay que caminar con lo justo y lo necesario, ni más ni menos. Casi como una enseñanza para la vida: despojarse de lo innecesario y llevar con nosotros únicamente lo indispensable…

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Matías Rebak
Abogado, viajero y fotógrafo. O mejor dicho, Fotografo, viajero y abogado. Para él, viajar es una manera de encontrarse consigo mismo y cuanto más pueda conectarse con las comunidades, mejor. Viajero sin prisas.
Parte de su trabajo lo encuentran en www.matiasrebak.wix.com/matiasrebak