El viaje de Koke

  • Autores (por orden de aparición): Pablo, Ali, Moni, Tati, Mariano, Ludmila, Lucas, Vito, Romi y Seba.

H abía una vez (sí, vamos a contarles un cuento por lo que tiene que empezar con esas palabras mágicas con las que desde siempre empiezan los cuentos…)
Había una vez un pez…. vamos a contarles la historia de un pez, un simple y colorido pez. Al igual que tantos otros cientos miles de peces, este pez estaba acostumbrado a nadar siempre en su mismo estanque. Allí había nacido él, y allí habían nadado por décadas sus padres y antes sus abuelos. Daba vueltas y veía lo mismo cada vez. Iba y venía siempre nadando en círculos en su pequeño estanque. Iba más rápido o más despacio, pero siempre por el mismo lugar.

Sin embargo, un buen día llegó un enorme pájaro y nuestro pez, no sabe cómo, de repente se encontró enganchado en su pico, ascendiendo. El estanque se iba haciendo cada vez más y más y más pequeño. A su alrededor, los árboles que le daban sombra en las tardes de verano también se hacían cada vez más pequeñitos, y las personas que caminaban junto a ellos. Todo el mundo parecía de juguete.
El pez empezó a sonreír. ¿No hemos dicho aún cómo se llama nuestro pez de colores? Se llama Koke ¡y es de lo más bonito que has visto nunca!
El caso es que Koke no sabía hacia dónde iba, ni qué le podía pasar, pero se sentía feliz con el viento dándole en la cara y sobre todo con el enorme horizonte delante de él ¡Estaba viajandoooooooooo!

El pájaro volaba tan rápido que a Koke no le daba tiempo para observar detenidamente lo que pasaba a su alrededor. Todo eso que antes no sabía que existía, se hacía pequeño ante sus ojitos.
Él había crecido rodeado de amor pero muchas veces en su estanque, miraba su reflejo y le parecía que sus colores iban perdiendo intensidad. Tenía ganas de explorar, de encontrarse con corrientes fuertes, se preguntaba cómo sería el mundo detrás de esa pared que tenía, cuál sería el sabor del agua o si todas las anémonas del mundo serían iguales.
Incontables veces lo había soñado y ahora, cuando menos lo esperaba, su sueño se estaba haciendo realidad.

Desde lo alto, Koke notó que veía otros pequeños mundos que parecían de juguete al lado del suyo. Y de repente, el pájaro comenzó su vuelo en descenso y esos mundos cada vez se hacían más nítidos y más reales. Hasta que… ¡splash!… el pájaro abrió su pico y Koke cayó en otro estanque. Cuando se recuperó de la zambullida y las burbujas se disiparon, abrió bien grandes sus ojos y la sorpresa fue inmensa.
Había algas de formas raras que llegaban desde el fondo hasta la superficie, los peces eran más gordos y de colores fluorescentes, y hasta había un pez con anteojos. Algunos se transportaban en bicicleta por abajo y otros en autos nadadores por arriba. Para Koke todo era nuevo y eso le hacía sentir un cosquilleo de felicidad en todo el cuerpo.

 

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Hacia donde mirara encontraba a otros como él, pero diferentes. Él era un pez y hacía cosas de peces, en cambio, en pocos segundos pudo ver a un pez payaso hacer malabares detrás de la fuente. Otro que se prendía y apagaba cuando la tortuga le mordía la cola y no pudo creer cuando se encontró con un pez que podía saltar fuera del agua. Y así de sorprendido estaba cuando una mojarrita que iba hablando sola, lo chocó a toda velocidad. La siguió y se encontró con una multitud. Koke, se fue abriendo paso entre los peces hasta que llegó al centro del estanque y ahí lo vio.

Un enorme globo. Brillaba y giraba. Subía, bajaba y volvía a girar. Todos lo peces, las tortugas y los pulpos lo miraban en silencio. Sorprendidos.
El globo era azul y verde. Tenía montañas con mucha nieves, desiertos de arena dorada, estepas siberianas con osos marrones y grandotes, y selvas cálidas con las mariposas más lindas que Koke pudiera haber visto.
Intentó preguntarle a la estrella de mar que estaba a su derecha qué era ese globo, pero la estrella no lo escuchó. Estaba muy concentrada mirando hacia adelante. Además, cada vez que el globo giraba, la estrella decía ‘ahhhh, uhhhh, ohhhh» mientras movía todas sus extremidades.
Koke decidió prestar más atención. En el globo se vieron unos elefantes enormes y pesados y, también, pájaros plateados de picos rojos. ¡Era hermoso! Nunca había visto algo tan lindo como ese globo.
Entonces, comenzó a abrirse paso entre los peces y las tortugas para verlo más de cerca. El globo, a fin de cuentas, le sonaba conocido ¿Pero de dónde?

Y mientras se abría paso entre los distintos peces sintió un pinchazo. Se dio vuelta y vio a un pez espada pequeño junto a sus padres. El pequeño pez espada le pidió perdón y ahí se acordó. Koke nunca había visto el globo antes, pero sí lo había escuchado cuando vivía en aquel estanque. Todos los días venían dos personajes singulares. Una pareja. Él pelado y ella con dos ojos azules que lo hipnotizaba. Y entre ambos les contaban todas las historias de aquel globo que a Koke le fascinaba. Podía pasar horas escuchándolos. Pensó que ellos lo debían estar extrañando. Pero no tenía idea de cómo volver.

El pequeño pez espada vio en los ojitos de Koke el torbellino de emociones, estaba asustado de repente, un poco triste, miraba en todas direcciones como buscando algo. Se le acercó tímidamente y le dijo:
-Hola… estaba pensando… te vi… pensé, quizás… ¿se te ha perdido algo?
Koke se quedó dubitativo un momento… Era una situación totalmente nueva para él, pero de algún modo sabía que podía confiar en el pez espada. En su interior palpitaba un cálido sentido de tranquilidad. Pareciera como si alguna vez le hubieran hecho saber que todos pueden ser nuestros amigos, y que cada quien que se cruza en nuestro camino nos puede ayudar. Entonces sonrió y dijo:
-¡Creo que el que se perdió soy yo! Nunca había estado aquí, y creo que podrían estar buscándome…
Las palabras empezaban a atropellarse, gesticulaba con sus aletas intentando explicarle al pez espada cómo era la frente del pez Pelado, o el oleaje que tenía marcado en sus escamas, como un sello que le indicaba cuál era su familia… El pez espada a duras penas podía contener su risa de verlo tan alterado…
-¿Por qué te ríes?! Tienes que prestar mucha atención a todo lo que te dig- Koke se detuvo a una sílaba de volver loco a su nuevo amigo, que no paraba de apuntar con su pequeña espada hacia su espalda para que se diera vuelta a ver quienes lo estaban esperando.

Con una enorme sonrisa sus dos amigos lo estaban mirando. ¡Sí! ¡El pez Pelado y su amiga de Ojos azules estaban allí! El abrazo pareció interminable. Koke no podía salir de su sorpresa.
-¿Cómo es…? ¿Por qué…? ¿Ustedes no…? –no podía terminar ninguna pregunta, todas las ideas se enredaban en su boca.
Sin perder la sonrisa, la hermosa pez de ojos azules le dijo:
-Tranquilo, te vamos a explicar todo.
Y así fue, se sentaron a la sombra de unas algas fluorescentes y tuvieron una laaaarga e increíble charla. Le contaron que ése lugar en donde estaban era el centro del mar y que el globo que todos miraban hipnotizados era un reflejo de su mundo, la representación de todo, y que una vez que lo veías tu vida cambiaba para siempre. Que ahora estaba aprendiendo a mirar. Koke los escuchaba con la boca abierta y los ojos redondos como un caracol. Tan abierta tenía la boca y tan concentrado estaba en la charla que ni se dio cuenta de que dos pequeñas mojarritas estaban jugando entre sus dientes hasta que, de tantas cosquillas, lo hicieron estornudar. ¡Atchís!, dijo fuerte y todos rieron.
-¿Pero… cómo es que llegaron hasta aquí? El estanque queda muy lejos –finalmente preguntó.
-Vinimos flotando.
-¿Flotando?
-Ven, te mostraremos –y lo llevaron a un montículo donde había una enorme almeja dormida que, cada vez que roncaba, soltaba un puñado de burbujas.
-Flotamos en burbujas- le dijeron.
-Ppppppero… si yo pasé por aquí, y a las burbujas no las vi
-Es que no sabías mirar –dijo el pez Pelado, y le contó que ellas están en todos lados pero que sólo las ven los que están preparados para viajar. Le enseñaron a subirse a ellas una vez que cambian de color, a elegir la más adecuada, y lo más importante, a manejarlas.
Su principal aliado era el viento, él es el que las lleva soplando de aquí para allá, de mar en mar, para eso había que aprender a mirar las olas, cuando eran bien fuertes era el momento indicado para empujar hacia la superficie. El viento hace lo demás.
-Los más expertos –dijo la pez de Ojos azules- saben elegir el viento que necesitan para ir a dónde quieran sólo con mirar los árboles de la orilla. Nosotros preferimos no saber a dónde nos llevará.
Koke se quedó mirándolos boquiabierto. Su emoción y su sorpresa eran tan grandes que se había quedado sin palabras. Fue entonces que el pez Pelado se agachó y le dijo despacio, mirándolo a los ojos:
-Koke, esto que tienes es un Don, se llama Don de la Libertad, es el más maravilloso de todos los dones, pero debes usarlo con responsabilidad, sin olvidarte nunca de dónde vienes ni dónde están tus seres queridos. ¿Entiendes?
Koke asintió con su cabecita y lo abrazó tan fuerte como pudo. Sintió un calorcito en su pecho que iba creciendo segundo a segundo, las palabras brotaron de su boca con toda claridad:
-Así será.

Y colorín, colorado, este cuento grupal ha terminado.

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¿Por qué todo esto?

El pasado 13 de noviembre llegó al mundo -nunca mejor dicho-, un nuevo viajero: Jorge «Koke» Señor Sánchez; hijo de nuestros amigos y colaboradores Lucía y Rubén, de algoquerecordar.com. Este cuento es nuestro pequeño homenaje para el hombrecito tan moderno que llegó al mundo con el más envidiado de todos los dones del planeta: el Don de la Libertad. ¡Sí, somos unos tíos muy babosos!

Showing 5 comments
  • Inés
    Responder

    Qué bonito!

  • daniel
    Responder

    Que genial!

    La verdad es que el don de la libertad está ahí presente en todos y para la gran mayoría pasa desapercibido como le ocurrió a nuestro protagonista con las burbujas. Conseguir ver, aprender a ver y aprovechar lo que se aprende es lo mejor que se puede hacer para no perder el tiempo.

    Tengo que reconocer que un texto así de largo sin apenas una fotografía quizá no lo habría leído entero XD pero… sabiendo a que hacía alusión, bien seguro que es leído por muchos que siguen a algoquerecordar igual que hice yo 😉

    Es un gustazo ver que la gente dedica tiempo (como el que llevaría escribir este cuento tan bonito) a personas queridas. Es una muestra de afecto muy grande.

    Enhorabuena por el cuento!

    • Mónica Bareiro
      Responder

      Muchas gracias Daniel!
      Lucy, Rubén y Jorge no se merecían menos y para nosotros fue un placer hacerlo.
      Te invito a que te animes también a descrubrir más de Otro Mapa 😉

  • Mª José S.R.
    Responder

    ¡Muy bonito!
    Genial.
    Gracias

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  • […] unos calcetines y una tarjeta… todo a mano. Un poco después y desde varios lugares del mundo, un cuento exquisito hecho a retazos de tiempo y cariño… mucho […]

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