El síndrome de la profundidad

  • por Laura Babahekian
A

hí me encontraba, un poco mojada y regresando de un viaje de varios años. De nuevo en aquel lugar que me vio crecer. En un tira y afloje conmigo misma, entre ese ser simple, sin miedos y de acción que descubrí ser en movimiento, y, la aparición de mi lado estático, autoexigente, analítico y lleno de interrogantes que había dejado atrás hacía mucho tiempo. Ambas presente un solo cuerpo.  Dicen por ahí, que todo lo que rechazamos, todo lo que no queremos ser o admitir de nuestra identidad, no desaparece, sino que forma nuestro negativo, nuestra «sombra».

Será parte de algunas personalidades o quizás etapas de la vida de todo individuo, pero ir tan profundo hasta ahogarme en un mar de pensamientos siempre ha sido parte mí. Desde pequeña construí variados «castillos de arena» donde podía refugiarme de mi misma. Siempre los adaptaba a los contextos donde me encontraba. Eran espacios donde la profundidad de mis cuestionamientos no me ahogaba, sino que, se transformaban en algo más que una acumulación de pensamientos y preguntas. Un espacio donde el espíritu se expandía y vibraba hasta florecer en mis manos. Bailar, pintar y estar en contacto con animales fueron mis castillos durante gran parte de mi vida. Jamás cambié, y por alguna razón, nunca pude construir dos castillos iguales.

Le puse un nombre a mi estado. Me gusta llamarlo el «síndrome de la profundidad». Decidí nombrarlo de alguna manera ya que asumí que debía aceptar algo que me acompañaría… quizás por siempre. El tiempo pasó y viajar me dio la oportunidad de aprender nuevas habilidades para convivir conmigo misma. Las cuales me enseñaron a construir castillos en diferentes elementos de la naturaleza. Uno de ellos, mi preferido, es el Agua.

El agua es el espacio donde me derrito, donde me muevo hasta que el pensamiento se minimiza tanto hasta su extinción y no se enreda en sí mismo. Entro en un estado de meditación. Donde lo profundo está en la conexión que se genera entre el entorno y mi ser, y no en el barullo de mi cerebro. Donde mi energía juega entre la acción y el silencio. Donde no hay espectadores que juzguen y donde quienes elijan  hundirse son invitados temporales al igual que yo. El agua da inestabilidad, pero también, libertad de movimiento. Es un lugar donde enfrentamos y jugamos con la oscuridad, la profundidad, la caída y perdemos temores sin lastimarnos. Es donde los rayos de luz juegan a encontrarnos. Donde aprendemos a tocar fondo para volver a flotar y a renacer. El elemento en el cual el mundo no pesa. El agua representa justicia.

El agua da inestabilidad, pero también, libertad de movimiento. Es un lugar donde enfrentamos y jugamos con la oscuridad, la profundidad, la caída y perdemos temores sin lastimarnos.  Es donde los rayos de luz juegan a encontrarnos. Donde aprendemos a tocar fondo para volver a flotar y a renacer. El elemento en el cual el mundo no pesa. El agua representa justicia.

Es donde me reencuentro con la  niña que se seca en el asfalto, es donde cada patada es como una pincelada en un lienzo azul.

El agua me conecta al desconectarme, me acaricia las mejillas hasta endulzarme. Me permite enfocarme en el instante y me lleva de viaje al destino más valioso: el presente. Y es ahí, en esa interacción con este elemento donde conviven los polos opuestos, donde mis dos partes existen y  nadan sin juzgarse, a la par.

fotografía submarina

  • Laura Babahekian

    Apodada como Klando, Maria Laura Babahekian es una fotógrafa argentina especializada en fotografía subacuática e influenciada fuertemente por sus estudios de artes visuales en la Universidad Nacional de Bellas Artes. Su infancia en la costa atlántica argentina y su contacto continuo con diferentes tipos de fauna, fortaleció su amor por el mar y su entorno logrando sensibilizar su mirada. Desde el año 2012 hasta el 2016 ha estado viajando por Oceanía y Asia acercándose a diferentes tipos de culturas y visitando destinos recónditos y turísticos. Eligió “el viajar” como la escuela para aprender a enfocar el mundo y su propia vida desde nuevas perspectivas. 

    Hoy en día, entregada por completo a su cámara y al agua, intenta a través su imágenes generar empatía hacia todos los seres vivos que habitan las profundidades del mar promoviendo su conservación. Ella considera que “el miedo al cambio” y “la comodidad” del ser humano son los primeros causantes de las devastaciones ecológicas. Por esta razón, invita a todos a romper con su zona de confort, zambullirse al agua de los sueños y nadar hasta alcanzarlos, ella estará ahí para captar ese momento.

    Pueden encontrar su trabajo en www.klandovadeviaje.com y en www.deaquavivo.com

Showing 5 comments
  • Alicia
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    Tremendas fotos y relato de sensaciones en el agua, que suscribo aun siendo una principiante… qué ganas de volver a ese «submundo»!! 🙂

  • Marian
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    Recién puedo leerlo completo. Casi puedo sentir tus palabras como propias. Hermoso texto y maravillosas imágenes, las que veo y las que se generan en mi imaginación cuando te leo. Gracias Lau por añadir belleza al mundo que nos toca vivir.

    • LAURA
      Responder

      GRACIAS POR TUS HERMOSAS PALABRAS MARIAN! UN BESO ENORME

  • Maria Clara Avila Romay
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    No te conozco y te abrazo! Tus fotos me transportan a un estado que disfruto enormemente, tus palabras me invitan a romper cadenas y miedos y sumergirme en el mar de mi vida. Gracias!

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  • […] y hoy, aquí, nos proponemos emplearlos para analizar nuestro vínculo con ella. Así, el Agua es refugio y también índice de una problemática que nos obliga a reeducarnos para que el Aire puro no sea […]

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