Cadena Nacional #4: El Calafate – El Chaltén

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0 kilómetros. 100 kilómetros. 120 kilómetros. Los cerros azules y blancos crecen al final de la doble línea amarilla. 150 kilómetros. 180 kilómetros. 210 kilómetros. Un pueblo que asoma en medio de la ruta 40, que brota de las entrañas de un parque nacional. El Parque Nacional Los Glaciares.

Así se presenta El Chaltén y nos da la bienvenida. Supongo, para que no perdamos las expectativas, porque después de que uno ve el glaciar Perito Moreno ya no le quedan expectativas por nada. De ahí venimos, de ahí salimos y ahora avanzamos por este tramo que conecta a El Calafate con El Chaltén.

Éste es un lugar joven, casi me iguala la edad: tiene apenas 30 años. Hay tantos senderos que fue declarado la Capital Nacional del Trekking. Hay restaurantes, hoteles, bares, campings, algunos almacenes. Y viento. Mucho. Mucho viento que mece la carpa y me hace pensar si mañana podremos llegar hasta la Laguna de los Tres como habíamos pensado. Porque sí, en El Chaltén el viento puede cambiar los planes.

Cuando nos levantamos, escucho el barullo de los árboles y me acobardo. Le digo a Baldo que mejor vayamos hasta la Laguna Torre, un sendero de menor complejidad y de aproximadamente tres horas de duración. Empezamos por el trayecto de 18 kilómetros. Un trayecto cansador, que muchas veces pienso en abandonar. Pero es difícil abandonar mientras miro una secuencia interminable de postales que intento congelar con mi cámara y mi memoria.

Cuando llegamos al final, la laguna inmóvil ignora el viento. El viento que hace bailar a los hielos que flotan encima del agua, y giran, giran hasta terminar de cara contra el sol. El sol que pasa licuado en forma de rayos entre los picos de los cerros. Los cerros que se estiran y alcanzan el cielo. El cielo que intento respirar con cada inhalación.

Me alegro de no haber abandonado. Cuando se trata de la naturaleza siempre me alegro de no haber abandonado.

En los días siguientes trato de juntar fuerzas para ir hasta la Laguna de los Tres. En el último mes recorrimos quince ciudades y siento el cuerpo cansado. Hacemos las caminatas más sencillas, como las que llevan hasta los miradores Margarita y Los Cóndores. Y después de una estadía de seis días, dejamos El Chaltén.

1 kilómetros. 3 kilómetros. 5 kilómetros. Veo al Fitz Roy que se hace chiquito a medida que avanzamos. 7 kilómetros. 10 kilómetros. 12 kilómetros. Veo al Fitz Roy quieto, calmo. Veo al Fitz Roy que sin decirme me dice que no me preocupe, que él va a seguir acá. Y también las lagunas. Y los senderos. Y el pueblo hundido en la profundidad de un parque nacional. Porque los lugares no tienen ese apuro que tenemos las personas. Los lugares no son del tiempo. Los lugares esperan.